domingo, 25 de abril de 2010

Corto y me voy


Pero así y todo
o así y nada
la muerte es siempre una sorpresa inútil

M.Benedetti

Hoy 25 amanece más temprano, (desconozco si aún así el sol ha salido por Antequera)
La casa silenciosa y un sonido que corta el sueño, el respirar y hasta la imaginación.
Tres palabras, un suspiro, nerviosismo.
La casa en pie.
Yo no quería, hoy no.
Me revuelvo y remuevo, entre mis cosas, entre las sábanas y por qué no, entre mi misma; con pinzas intento atrapar un mínimo de ¿compasión?
LLorar, debería llorar, o eso creo.
Desisto. Cero.
Al fin y al cabo no era mi, dejaré las emociones para otros.
Tensión. Para qué mentir, molestia. Vaya horas ¿no?
La mejor parte, honores y reconocimientos -aunque sea por la uña larga del dedo meñique (que nunca entendí)- porque reconocer, lo que es reconocer...
Nunca comprendí la facilidad para transformar la realidad en algo que pareció no existir. Ya puedes ser un cabrón toda tu vida (con perdón de mi expresión), que al irte hablarán de ti con otra entonación, erá tan cabezón y tenía tanto genio... pero a mi me trató bien, fue bueno, tenía sus cosas claro... -y antes de cualquier recuerdo superfluo que nos arruine el discurso- ...pero como todos. Y ahí estamos, mal de muchos consuelo de tontos. Sería el momento perfecto para decir ¡He vuelto! No quiero imaginar quien se iría.
Por ello quizá no se me crea cuando diga que a mí si que no me hizo nada, su Sandra Bullock particular, de nariz respingona y sonrisa bonita, dispuesta a escuchar historias -a saber si reales (uy, recuerdo superfluo desechado).
Una y otra vez pensando igual, tendré que soportar unas cuantas hasta la mía.
Pues sí, una chufa.
Peco de ese sentimiento post-mortem, pero es que todo se contagia, y quizá es que hablar de lo malo no quede... ¿bonito?.
Así pues, se fue un gran hombre.

Virginia H.

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